En el blog de un gran amigo Lautaro Villavicencio encontré un tema interesante sobre la Medicina Indígena en el mundo andino, a lo que me he permitido hacer el comentario por dos razones. La primera, por el incremento paulatino del uso del blog entre la sociedad indígena ecuatoriana, como un medio de compartir información de temas de interés en la web bajo una responsabilidad, y lo otro por la importancia que ha ido generando de la medicina ancestral en la sociedad actual.
El conocimiento de la medicina andina desarrollada en los pueblos milenarios y mantenida a través de los tiempos en conocedores o yachah a pesar de la conquista, se ha ido reivindicando espacios en la sociedad actual, llegando incluso a ganar espacio socio político en la estructura nacional, como es el caso de la Dirección de Salud Indígena, instancia empeñada en consolidar temas de salud en los pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador.
La importancia de la medicina indígena en el mundo andino es tratado con detalle por Lautaro en su blog, y manifiesta: El profundo conocimiento e interrelación del médico indígena con su entorno medioambiental, el dominio de las fuerzas espirituales del Pacha y del extenso conocimiento de la opoterapia y la fitoterapia, aunado a la sabiduría ancestral de los pueblos indígenas, hace que al médico indígena no sólo se le considere solamente un hanpiyuh, sino un yachah esto es: un oficiante de la sabiduría propia de la Pachamama.
El yachah conocedor de la ciencia ancestral, es un personaje seleccionado y capacitado bajo estrictas guías de formación incluso durante toda una vida, con el solo propósito de que prime el espíritu de ayuda al prójimo y que por ningún motivo comercialice sus conocimientos. Todo lo contrario de los “charlatanes” que han tergiversado el nombre de “yachah” y lo comercializan sus servicios “conocimientos”, poniendo en riesgo la salud de la población y por ende el desprestigio de la ciencia ancestral.
Al retorno de la gira, luego de participar en la socialización de los trabajos de campo emprendidos por el Colegio Ávila, provincia de Orellana, en la que se enfatizó el fortalecimiento de la agricultura ancestral y el cuidado de la naturaleza “pacha mama” como fuente de vida. Me permite enfatizar en el comentario que los conocimientos ancestrales de los pueblos se lo sigue transmitiendo por distintos medios a las nuevas generaciones, sean estos a través de los agregados culturales como: bailes, entrega de la guayusa y el infaltable “brindis” con chicha de yuca que por cierto estuvo muy apetitosa, como actos simbólicos que en conjunto permiten trascender en la historia de generación en generación.
Fuente: Lautaro, Wikipedi, codenpe
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