La tecnología de la información y comunicación TICs, ha evolucionado a tal velocidad que contribuye a realizar copias y modificación de la información en todos los formatos disponibles. Más aún si sabemos que la tecnología digital es más flexible que la imprenta, cuando la información tiene un formato digital, ésta se puede copiar fácilmente para compartirla con los demás. Es ésta flexibilidad la que no encaja con un sistema copyright.
La mejora constante del sistema copyright, a conllevado asignar a nivel de ``propietarios'' a los diseñadores de software, y muchos de estos ``propietarios'' pretenden negar el beneficio potencial del software al resto del público. Ésta es la causa del empeño de las empresas de comercializadoras de software, en desarrollar un sistema copyright, generar “concienciación” en el público, para usar productos originales solamente. Para cumplir con estos objetivos plantean varios métodos de publicidad:
- Propaganda masiva diciendo que no se debe desobedecer a los propietarios para ayudar a los amigos.
- Ofertas a soplones para que informen acerca de sus compañeros y colegas.
Redadas en oficinas y escuelas (con la ayuda de la policía), en las que se conmina a la gente a que pruebe que son inocentes, que no han realizado copias ilegales. - Persecución (por parte del gobierno de los EE.UU., a petición de la SPA) de gente como David LaMacchia, del MIT (Massachusetts Institute of Technology), por el simple hecho de no vigilar los servicios de realización de copias, y no censurar su uso.
Estas cuatro prácticas se asemejan a las utilizadas en la antigua Unión Soviética, donde toda máquina copiadora estaba vigilada por un guarda para evitar copias prohibidas, y donde los individuos tenían que copiar la información secretamente y pasarla de mano en mano como ``samizdat''.
Los propietarios de software dicen que sufren ``daños'' o ``pérdidas económicas'' cuando son los usuarios copian los programas. Pero la copia no causa un efecto directo en el propietario, y no daña a nadie. El propietario sólo puede perder si la persona que hizo la copia hubiese pagado por una proporcionada por el propietario. Reflexionando un poco, la mayor parte de esas personas no habrían comprado copias. Sin embargo, los propietarios calculan sus ``pérdidas'' como si todos y cada uno de los usuarios hubiesen comprado una copia.
Los propietarios muestran a menudo la situación legal actual sobre la “piratería”, y las severas penas a ser sometidos cuando se las descubren compartiendo software. En este enfoque está implícita la sugerencia de que la ley refleja una moralidad incuestionable, aunque al mismo tiempo somos instados a considerar estas penas como algo natural que no puede ser imputado a nadie. Esta forma de persuasión no está diseñada para ser rebatida por un pensamiento crítico, sino que tiene la intención de reforzar una manera habitual de pensar.
Pero el hecho de que utilices o cambies un programa que yo escribí te afecta directamente a ti, y a mí sólo me afecta indirectamente. Si le das una copia a tu amigo, os afecta a ti y a tu amigo mucho más de lo que me afecta a mí. Yo no debería tener el poder de decirte que no hagas esas cosas. Nadie debería tenerlo. La segunda razón es que se le ha dicho a la gente que los derechos innatos de los autores son una tradición incuestionable en nuestra sociedad.
Pero el que un programa tenga o no propietarios afecta a lo que es, y a lo que se puede hacer con una copia si se compra. La diferencia no es sólo una cuestión de dinero. El sistema de propietarios de software alienta a éstos a producir algo, pero no a producir aquello que necesita realmente la sociedad. Y esto provoca una polución ética intangible que nos afecta a todos.
¿Qué necesita la sociedad? Necesita información que esté realmente disponible para sus ciudadanos. Por ejemplo, programas que la gente pueda leer, corregir, adaptar y mejorar, no sólo utilizar. Pero lo que normalmente distribuyen los propietarios es una caja negra que no podemos estudiar o modificar. La sociedad también necesita libertad. Cuando un programa tiene propietarios, los usuarios pierden la libertad de controlar parte de sus propias vidas.
Y por encima de todo, la sociedad necesita alentar el espíritu de cooperación voluntaria entre sus ciudadanos. Cuando los propietarios de software nos dicen que la ayuda a nuestros vecinos es una forma de ``piratería'', están corrompiendo el espíritu cívico de nuestra sociedad.
Por ello decimos que el software libre se refiere a las libertades, y no a la gratuidad. El argumento económico que esgrimen los propietarios es erróneo, pero el problema económico general es real. Hay gente que escribe software de utilidad por el placer de escribirlo o por admiración y amor. Pero si queremos tener más software que el que esta gente escribe, necesitamos conseguir fondos para ello.
Como usuario actual de computadoras, puede que estés utilizando un programa propietario. Si tu amigo te pidiese una copia, estaría mal que te negases a hacérsela. La cooperación es más importante que el copyright. Pero la cooperación clandestina, encubierta, no contribuye a formar una buena sociedad. Cualquier persona debería aspirar a vivir abiertamente, erguido, con orgullo, y esto significa decir ``No'' al software propietario.
Linux como un sistema operativo, es uno de los paradigmas más prominentes del software libre y del desarrollo del código abierto, cuyo código fuente está disponible públicamente y cualquier persona puede libremente usarlo, estudiarlo, redistribuirlo y, con los conocimientos informáticos adecuados incluso modificarlo.
Fuente: Richard Stallman, Linux